Jazz para los que no saben de jazz (II). El fraseo
Una de las cosas que diferencia la música jazz es eso que se
conoce como fraseo y que tantas veces escuchamos decir a los que afirman saber y
a los músicos (estos si saben).
El jazz ha evolucionado, desde sus orígenes, dando más
importancia al fraseo que al sonido. Sólo los músicos del free jazz -algunos y
hasta cierto punto- dieron y dan más protagonismo al sonido que al fraseo.
Los músicos de jazz son capaces de convertir una pieza de
música sinfónica en auténtico jazz. Aunque toquen exactamente lo que dice la
partitura. Esto es el producto de tocar en la formación sonora y en el fraseo
del jazz, tal y como dice Joachim E. Berendt en su libro ‘El jazz. Su origen y
desarrollo’.
¿De dónde procede ese sonido y ese fraseo? Desde luego de la
música más negra, más profundamente africana. Los shouts y el swing son los
elementos más marcados de esa música negra que aparece en el jazz. Si
eliminamos la estructura formal y modal del jazz, encontramos el swing; si eliminamos esto aparece el
blues y más allá solo encontramos la música más profunda de África. El sonido
del jazz es eso y solamente eso. Y cuando hablamos de las raíces africanas del
jazz lo que hacemos, en realidad, es referirnos a la obligación de tocar las
líneas armónicas que esos esclavos (lo fueron y comenzaron a tocar siéndolo)
interpretaban con instrumentos europeos, occidentales.
Ahora bien, eso no quiere decir que un músico blanco no
pueda hacer jazz. El problema es mucho más complejo que afirmar algo así o no
hacerlo. De hecho, algunos músicos blancos han tocado mejor algunos temas que
los que habían compuesto los propios negros y viceversa. Un blanco o un negro
tocando jazz son, simplemente, una forma u otra de entender la realidad. Y solo
eso. Lo fundamental es que el jazzman
crea un tono e interpreta (es decir, relata) desde las frases musicales propias
de un tipo de música que representa la libertad.
Por cierto, si hay algo que añadir al asunto racial y social
de la música, es que el jazz no solo representa la libertad con un instrumento
en las manos. El jazz fue la gran puerta de entrada por la que hombres y
mujeres de raza negra pudieron pasar al otro lado. Era inimaginable para
muchos, allá por los años 20 y 30, que un negro subiera a un escenario a cantar
o tocar, que gustase mucho lo que hiciera, que hubiera que pagar por verlo y
que fuera necesario hacer un hueco en la sociedad a un colectivo que se abría
paso a golpe de corcheas, fusas y redondas. Ser como un blanco, tener los
mismos derechos, era un camino tortuoso que allanó el jazz. Hay que decirlo con
claridad: el jazz es la grandeza más absoluta.
G. Ramírez
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