‘True Detective: Night Country’: La realidad y lo que no conocemos

by - febrero 21, 2024


La cuarta temporada de ‘True Detective’ ya se puede ver completa. Es la más controvertida, criticada y, también, vista, de todas las estrenadas hasta el momento. ‘True Detective: Night Country’ no ha dejado indiferente a nadie, bien por estar protagonizada por mujeres, bien por la trama llena de referencias a lo fantástico, misterioso y casi demoniaco mezcladas con un realismo absoluto, bien por parecer que cubre la cuota woke de forma forzada y sin justificación alguna. Tampoco ha convencido a todo el mundo la dirección actoral de Issa López y la distancia que ha tomado esta última entrega respecto a la primera y extraordinaria temporada que protagonizaron Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Sin embargo, esta entrega de ‘True Detective’ no es tan mala como algunos afirman; al contrario, tiene cosas estupendas como la puesta en escena, la defensa que hace Jodie Foster de su papel (maravillosa sin esconder arrugas, ni defectos de la piel y apabullando con una belleza natural aplastante), la banda sonora o una trama trufada, efectivamente, de elementos extraños, oníricos, fantásticos o temibles, que permiten al espectador hacer distintas lecturas del universo que presenta Issa López (también es la creadora de la criatura).

Esto último, no es nuevo en el mundo de la narrativa. Por ejemplo, a principios del siglo XX, W. W. Jacobs entregó un relato maravilloso, ‘La pata de mono’, que invitaba al lector a explorar el universo de una familia maltratada por el azar o, al mismo tiempo, otro mágico, misterioso y lleno de peligros desconocidos. El lector elige qué quiere leer, sin empujones, sin trampas, sin condicionar por parte de un narrador que se limita a narrar lo que ve. Y eso es lo que hace Issa López en ‘True Detective: Night Country’. En un entorno hostil, las vidas de los indígenas se envuelven en creencias ancestrales y la de los occidentales -llegados para esquilmar un terreno que fue mágico- en alcohol y sexo de tercera que no logra aliviar la carga que supone la soledad o la depresión o la ausencia. Termina el último capítulo y vemos a uno de los personajes en pantalla: ¿está muerto? Usted decide.


La puesta en escena es magnífica y el mundo que vemos corresponde al mismísimo infierno o casi. Todo oscuridad, todo frío, todo ventisca, todo muerte. La fotografía busca esos encuadres en los que el misterio quiere convertirse en un personaje más. El vestuario, sin ser una maravilla, cumple a la perfección. La peluquería y maquillaje son extraordinarios. Y los efectos especiales, también. Lo único que puede discutirse es la dirección actoral. Si bien Foster está estupenda, Kali Reis no cambia el gesto en toda la entrega. Si pelea, si se acuesta con el novio o si dispara a unos de los villanos, el rostro de la actriz es el mismo.

Respecto a la trama, es lineal y sólo se cuelan recuerdos de los personajes principales para profundizar en su forma de ver el mundo. No tiene giros inexplicables, ni sorpresas de última hora. Eso sí, se complica y la directora no tiene más remedio que explicar con detalle todo lo que ha pasado por si alguien se ha perdido por el camino.


No está nada mal esta entrega de la serie. Y no pasa nada si los personajes femeninos son absolutamente protagonistas (antes las mujeres eran tontas, se quedaban en casa y solían terminar siendo las malas de la peli), si las mujeres esquimales son protagonistas o sin son mujeres las que resuelven entuertos creados por los hombres. Creo que esto debe normalizarse de una vez y no ver en ello ese intento de llevar las cosas a extremos que, efectivamente, podría ser aburrido y fatigoso.

Conviene echar un vistazo a ‘True Detective: Night Country’ y sacar las propias conclusiones.

G. Ramírez


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