Avishai Cohen Trio: el jazz que no cesa
Avishai Cohen Trio durante un momento de su actuación en el Auditorio Nacional de Madrid. / © Rafa Martín |
Un concierto de jazz no puede ser repetición de otro ya conocido. Si por algo se caracteriza el jazz es por esa imposibilidad innata de los buenos interpretes a quedarse en un lugar que les resulte cómodo, en un lugar en el que ya se ha transitado (lo caminos se gastan ya la primera vez de ser usados), en esas zonas en las que la música suena vieja desde el primer compas. Un concierto de jazz es algo que vive y muere por siempre jamás a medida que avanza. Es irrepetible y eterno. Y a encontrarnos con eso llegamos los aficionados al jazz al Auditorio Nacional de Madrid, un lugar que se está convirtiendo, poco a poco, en una especie de aldea gala que resiste a la avalancha comercial, a la mediocridad que surge de lo inmediato y a una democratización algo estúpida de la interpretación.
Lo mejor es decir lo mollar
cuanto antes: conciertazo de Avishai Cohen Trio.
Avishai Cohen. / © Rafa Martín |
La música que presentaba Avishai Cohen Trio es tan robusta como chispeante, brillante como las aguas del Mediterráneo, preciosa como el Caribe; y los sones de aquí y de allá se mezclan en la partitura. Va de lo más clásico del jazz a la fusión sin ambages, sin ocultar que en cada tema se encuentra todo el jazz que Avishai Cohen ha ido asimilando a lo largo de su carrera musical. Y, también, en música que invita a la reflexión por su carácter introspectivo en algunas de sus zonas expositivas más poderosas. El fraseo de Cohen organiza todo un universo a su alrededor que arrastra a sus compañeros de combo hasta territorios en los que podemos bucear sin miedo a encontrarnos con tesoros ya descubiertos millones de veces o cofres vacíos.
Avishai Cohen es un
instrumentista de primer nivel. Eso no es ningún descubrimiento. Lo que sí es
nuevo, cada vez que se deja ver por aquí, es el grado de madurez que está
alcanzando a medida que pasa el tiempo. Sus solos con el contrabajo son una
delicia. Cohen es capaz de sacar partido a su instrumento utilizando cualquier
recurso. Utilizando la cuerda que va desde el cordal al puente logra sonidos
que aportan frescura y exclusividad a su música; golpeando con gracia la madera
de su instrumento aporta ritmos únicos e irrepetibles a esos solos que
convierten sus conciertos en lo que deben ser: irrepetibles. Es portentoso lo veloz que puede llegar a ser este músico moviendo los dedos a través del mástil de su contrabajo. Si un concierto de
jazz suena un día igual que otro es mala señal, porque si por algo se
diferencia esta música es porque el mismo tema jamás es el mismo aun siendo
interpretado por la misma banda. Y con Cohen está garantizada una soberbia y exquisita exclusividad en cada concierto. Cohen no quiso despedirse de Madrid sin cantar
y en su primer bis dejó claro que si es buen contrabajista también es un
cantante singular que afina y transita por su registro con buena técnica, un timbre muy particular y personalidad para donar. Si algo tiene este músico es personalidad.
Roni Kaspi. / © Rafa Martín |
La baterista Roni Kaspi puso al personal de pie con un par de solos que fueron extraordinarios. Excelente de técnica, precisa al soportar el ritmo de cada tema y entregada con su instrumento en busca del buen jazz. Improvisando es un espectáculo, de verdad que lo es.
Guy Moskovich fue el que menos
lució de los componentes del trio. No es que sea mal pianista, ni mucho menos.
Su música tiene un swing estupendo e improvisa muy bien, pero si tienes a Cohen
y a Kaspi a tu derecha puede ser que lo que haces quede algo eclipsado. Tal vez
debería atreverse un poco más en la exploración de territorios más novedosos,
más personales, más explosivos. Su música era correcta, sencilla, buena
acompañante. Y eso no parece demasiado dadas las circunstancias.
El concierto resultó ser uno de
esos que deja una muesca en el recuerdo. Porque se escuchó jazz, porque el
clima que logró crear este trío era acogedor (nada de empujones musicales, nada
de estruendo que quiere parecer lo nuevo cuando es lo de siempre disfrazado de
sorpresa, nada de experimentos vacíos de contenido) y porque los aficionados
sabemos que sólo los presentes han podido disfrutar de algo que nunca más se
repetirá. Eso es el jazz. Eso es el placer de escuchar buena música.
G. Ramírez
1 comments
Gran concierto y gran artículo. Gracias por regalarme la entrada; un concierto que jamás olvidaré.
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