Paolo Fresu Trio: Jazz de antro, jazz del bueno, en el Auditorio Nacional de Música
El contrabajista Marco Bardoscia y Paolo Fresu. / ©Elvira Megías |
La llegada de la primavera invita a la alegría, a tener los sentidos en alerta para traducir la realidad a cualquier lenguaje que ayude a disfrutar, a vivir con intensidad. Y uno de esos lenguajes es, por supuesto, el musical. Con una partitura sonando el mundo es mucho mejor, se entiende mejor y se le piensa mejor. La tarde casi primaveral ha sido un perfecto preludio al concierto que estaba programado en el ciclo ‘Jazz en el Auditorio’ del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Desde el mismo instante en que Paolo Fresu Trio se plantaba en el escenario la música se ha convertido en el aderezo necesario para acabar el día de la mejor forma posible.
En cualquier concierto de jazz, siempre resuena la forma de hacer música de los grandes genios, el eco de los sonidos que lograban con sus instrumentos. En este de Paolo Fresu Trio, el 'invitado especial' era Chet Baker, el maravilloso trompetista y cantante, un hombre que tuvo una vida extremadamente difícil y que consiguió hacer una música de enorme personalidad. De hecho, el repertorio que se ha escuchado forma parte del disco ‘Tempo di Chet’, un claro homenaje de este terceto a Baker. Y se ha podido escuchar, gracias a la técnica, su voz en uno de los temas interpretados. No obstante, el piano de Thelonious Monk resonaba sobre el escenario, y la trompeta de Miles Davis también. Si bien es cierto que este trío quiere mostrar su idea de lo que sería su música si Chet Baker pudiera tocar con ellos, el jazz inevitablemente termina siendo la suma de todo lo que ha ido sonando desde Congo Square en el siglo XIX hasta ahora.
Justo antes de comenzar el
pianista Dino Rubio ha encendido la lámpara de mesa que se encontraba en el espacio
que ocuparía Paolo Fresu. Toda una declaración de intenciones y un aviso claro
de lo que iba a suceder a continuación. Y es que el concierto ha sido
intimista, introspectivo, cálido, acogedor y muy agradable para cualquier
aficionado al jazz, desde luego, y a la música en general.
El piano de Dino Rubio ha sonado solvente. La
mano izquierda funcionando como un auténtico martillo pilón y la derecha
moviéndose con rapidez endiablada. Rubio improvisa de maravilla y tiene un
swing fuera de lo normal. Ha estado a un nivel más que sobresaliente durante
todo el concierto aunque al interpretar un tema compuesto por él mismo, ‘Chat with Chet’, ha sido cuando más alto ha alzado
el vuelo.
El contrabajista Marco Bardoscia
es un músico poderoso y capaz de construir y aguantar sin problemas una base rítmica
de enorme fuerza y robustez sin fisuras. Los solos de Bardoscia suenan desde la
raíz del blues más puro.
Por su parte, Paolo Fresu enamora con su trompeta y arrebata con el fiscorno. Para tocar, adelanta la pierna izquierda, atrasa la derecha, y comienza a doblar la cintura hacia delante (sonidos más graves, normalmente) y hacia atrás (agudos) llegando a posturas casi imposibles. Si se sienta, hace exactamente lo mismo. Tiene un sentido musical extraordinario.
Paolo Fresu. / ©Elvira Megías |
Pero lo más interesante del concierto y lo que hace que sea importante esta banda es el diálogo que logran mantener los tres instrumentos. Jazz de antro, jazz del bueno, jazz que logra hacer aficionados. La gracia no es que tres grandes músicos demuestren lo que ya sabemos, que hacen buena música; la gracia es que los músicos comiencen en un punto concreto y se dejen llevar por la senda de la improvisación para pintar un cuadro nuevo, desconocido hasta el momento, único; y que lo hagan estableciendo un diálogo que nos permita entender, sentir y disfrutar de la música. En este trío, por cierto, es el pianista el que marca el rumbo y comienza el dibujo. No he podido evitar pensar en uno de los cuadros de Jackson Pollock, en el expresionismo abstracto, aun sabiendo que la música de Paolo Fresu Trio no pisa esos territorios. Y en el mar Mediterráneo sabiendo que sí está en cada rincón de la partitura. Los sentidos son así de incontrolables.
Han dejado buen sabor de boca
todos los temas escuchados aunque me quedo con la belleza y la expresividad de ‘The
Silence of Your Heart’, lo entrañable de la versión de ‘My Funny Valentine’ y
la fuerza de ‘Catalina’ compuesta por el propio Paolo Fresu.
Excelente concierto que sirve de
portal a un tiempo de luz.
G. Ramírez
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