Festival Internacional Jazz Madrid: Cyrus Chestnut Trío y los pokémon
Cyrus Chestnut Trío en Teatro Fernán Gómez CCV - © Madrid Destino/Jesús Hellín |
Me he encontrado con la sala Guirau del ‘Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa’ algo desangelada. Diría que se han ocupado poco menos de dos tercios del aforo si soy generoso con la contabilidad. Y es una pena porque el concierto programado este domingo es de los que gustan a propios y extraños, a los aficionados y a los que se acercan por primera vez al jazz. El trío liderado por Cyrus Chestnut es siempre garantía de buena música, de diversión y de esa energía positiva que termina animando la platea a más no poder. Pero no se puede esperar un lleno tras otro si se programa un número de conciertos imposible de abarcar para los espectadores o la crítica. Se impone una reflexión sobre la duración del Festival Internacional Jazz Madrid o sobre el número de conciertos programados y espacios escénicos utilizados. Por otra parte, los precios son mucho menos asequibles que en ediciones anteriores y eso se nota. En alguna localidad española escuchar a este trío va a costar la mitad que en Madrid siendo la sala Guirau mucho más grande. En fin, no estaría mal dar una vuelta a todo esto.
Estoy sentado junto al que creo que es el único niño del patio de butacas. Juega con su consola aunque mueve los píes al ritmo que marca la música. Le he preguntado antes de comenzar el concierto a qué jugaba (a Pokémon, ha contestado) y me ha explicado de qué va la cosa (los muñequitos mejoran al pasar el tiempo y se van convirtiendo en mascotas muchos más atractivas y poderosas a medida que consiguen objetivos). Pienso que si fuera un pokémon, Chestnut (un buen alias para el pokémon más
poderoso) sería evolución de Fats Waller, Red Garland y Oscar Peterson. Waller
fue uno de los máximos exponentes de stride
piano y Chestnut tiene una mano derecha capaz de recorrer el teclado a una
velocidad de infarto y una izquierda capaz de mantener la melodía con fuerza y
solvencia. La elegancia de Garland está presente en cada compás y esa
extraordinaria forma de interpretar de Peterson (buscando casi el rococó en
cada partitura) flota con cada nota que suena. Si a esto añadimos que la
formación clásica del pianista aparece en cualquier momento y convierte un
simple tránsito en algo esencial, tenemos un músico extraordinario que es capaz
de hacer una música de altísimo nivel.
Cyrus Chestnut llegaba acompañado
al escenario por Georgios Antoniou (contrabajo) y Esteve Pi (batería) dos
músicos capaces de construir la base rítmica sin fallar una nota. Y es que el
swing es seña de identidad de este trío. Ha destacado, especialmente, el baterista que
se asomaba con sus solos con una personalidad marcadísima y con las baquetas a velocidad de
crucero.
Cyrus Chestnut Trío en Teatro Fernán Gómez CCV - © Madrid Destino / Jesús Hellín |
Si el trío de Chestnut fuera un pokémon sería una evolución del trío que Bill Evans lideró en los años sesenta junto al contrabajista Scott LaFaro y el baterista Paul Motian. Y no por la música que hicieron unos y hacen otros (es muy distinta y resulta incomparable) sino por ese diálogo permanente entre los instrumentos que se convierte en hilo conductor de todo lo que suena. Chestnut es muy generoso con sus compañeros y permite que crezcan con cada tema sin complejos y sin buscar un protagonismo que restaría importancia al trabajo.
Ha sonado Thelonious Monk (‘Ask me now’); se ha hecho presente Duke Ellington (‘Caravan’) y ha repetido junto a Juan Tizol (‘Sophisticated Lady’), por aquí han estado Andy Razaf y Don Redman con una preciosa versión de ‘Gee, Baby,
Ain't I Good to You’; no podía faltar el bebop de Charlie Parker y hemos disfrutado de ‘Yardbird
Suite’; aromas de música clásica y composiciones propias; y la despedida ha tenido como protagonista el
tema de Erroll Garner ‘Misty’.
Chestnut sería un pokémon
legendario (me dicen que esa es la categoría más formidable de esos seres
digitales); sería, ya digo, un legendario en el mundo digital y es un pianista fuera de
serie es este mundo que nos ha tocado vivir.
G. Ramírez
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