Televisión y chabacanería

by - enero 17, 2025

José Luis Balbín

Produce un inmenso bochorno echar un vistazo a los programas de televisión en los que se producen debates sobre asuntos diversos. Salvo honrosas excepciones, la talla intelectual de los que participan es muy bajo, los gritos abundan, los aspavientos son frecuentes e, incluso, se llega al insulto o a la falta de respeto. Hay algún caso en el que el nivel de los participantes en el debate es, a priori, estupendo. Por ejemplo, el debate lo protagonizan periodistas. Y, también, todo termina como el Rosario de la Aurora. Ofensas, gritos, interrupciones, acusaciones. Un auténtico desastre.

Hemos aprendido (en general; ya sé que algunos siguen manteniendo intactas sus formas y su nivel de cortesía sigue siendo exquisito) que lo que funciona es gritar, quitar la palabra al otro y decir alguna barbaridad de vez en cuando. Al menos, eso es lo que nos dicen repetidamente. Por ejemplo, programa de éxito es igual a programa en el que se dicen cosas horribles de otros, en el que los grandes protagonistas son unos incultos de cuidado que gustan más a la masa cuanto más daño son capaces de hacer. Hemos aprendido que tener razón equivale a decir nuestra verdad muy, muy, alto. Hemos aprendido que eso de respetar a otros está muy por debajo de lo que creemos que es la verdad.

Creo que hay que decirlo alto y claro. Las pantallas de televisión se han llenado de periodistas gritando e interrumpiendo a otros periodistas; se han llenado de paletos que abren la boca para destrozar el lenguaje, de personajes patéticos que son invitados dado el bochorno que provocan y el ridículo que pueden llegar a hacer puesto que eso se prima. En las pantallas de televisión se está normalizando la chabacanería, se está señalando el camino de la ignorancia como uno más.

Recuerdo que siendo un jovencito, los viernes por la noche (tal vez los sábados, en realidad no lo recuerdo) se emitía en la televisión pública un programa que dirigía José Luis Balbín. La clave. Te sentabas delante del televisor y escuchabas. La opinión de uno, del otro, otra más... Cada turno de palabra se respetaba con pulcritud, los asuntos se trataban por aquellos que sabían de lo que iba la cosa y no por el primero que pasaba por la puerta... En fin, era un programa serio, un programa que merecía la pena. Acababa el programa y tu criterio era un poco más sólido. Hoy, por más que busco, no encuentro nada parecido.

En cualquier caso, alzar la voz y hacer el ridículo es eso y no otra cosa. Aunque aparezcas en la televisión y te paguen un dineral. Un paleto con dinero no deja de ser un paleto. Creer que un sujeto que grita más que otro tiene un criterio sólido y poderoso, es un error. Admirar a hombres y mujeres que ganan dinero a base de decir idioteces y hacer daño con sus palabras, es lamentable. Y esto está pasando.

G. Ramírez

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