ANDREA DOMÍNGUEZ: RETRATISTA DE EXPRESIONES
Cuando conocí a Andrea era una de dos. Ágata y Andrea eran dos gemelas que ocupaban dos asientos en mi misma aula de la facultad de Comunicación de Sevilla; pero llega un momento en la vida, en el que una tiene que buscar su propio camino. Esta joven de veintiún añitos tiene claro cuál es desde sus primeros reyes: los lápices de colores. Y he leído por ahí que tener una caja de lápices de colores es lo más parecido a tener un trocito de arcoíris. Quizá sea ésa la razón que alentó a Andrea a crear imaginativos trazos de crayón.
La época de Instituto se la pasaba dibujando como si nada y como si todo, porque algunas las sacó gracias a sus originales creaciones, «en la asignatura de “Proyecto Integrado” nos mandaron la lectura de Los Pilares de la Tierra y entregué un dibujo de la Catedral. Así aprobé».
Pero ¿cómo es eso de que después de pasar por el Bachillerato de Artes no te metiste de lleno en esta carrera y te fuiste a Comunicación Audiovisual? «Rechacé la plaza en Bellas Artes porque no quiero que algo que me guste se convierta en una obligación y acabe perdiendo la magia que tiene. Prefiero aprender menos, con mi ritmo, con mis métodos. Es como me va bien».
La palabra autodidacta puede parecer ambiciosa, pero cuando echas un mero vistazo a sus retratos no transmiten esfuerzo sino facilidad. Todo aprendiz de brujo tiene cierta virtud innata y la de ella, además, está trabajada. Algunas madrugadas, cuando sus compañeras de piso de estudiantes están de regreso, «pero todavía dibujando Andrea». Y no se queda sentada en el asiento. No para de buscar espacios para exponer su obra. Su estreno fue en el café Central de Sevilla, con retratos de amigos y de personajes conocidos, como el polémico doctor House.
Andrea Domínguez González, coleccionista de vinilos de rap, soul y jazz, no hace falta que se declare una adepta de la contracultura contestataria, lo es, porque consigue retrotraerte a los orígenes del hip-hop en cualquiera de sus charlas.
Su admiración por Jimi Hendrix, Aretha Franklin, Charles Mingus o a Louis Armstrong, la testimonió en los retratos que expuso en un festival marbellí de jazz-funk el pasado junio de 2013. Sólo un par de meses después, haría una adaptación de las princesas de los Hermanos Grimm, convirtiendo a las niñas de hoy en la furiosa Rapunzel, o en una caperucita ensimismada de cuento.
Le llueven los encargos desde que decidió abrirse un blog. «Necesitaba un soporte fijo para mis dibujos y para poder explicar cómo los hacía. También los subía a www.facebook.com/retrataarte y me di cuenta de que como mejor se difundía mi trabajo era por las redes sociales». Fue la virtualidad de un espacio la que propició el encuentro de su obra con un mecenas del siglo XXI, quien le está animando a afrontar un nuevo reto, el aerógrafo (pistola a presión de acrílico).
Mientras se adentra en esta nueva técnica, ya está preparando exposiciones itinerantes sobre la historia del hip- hop para Málaga, Madrid, Barcelona y, de nuevo, Sevilla, «las tengo previstas para fines de verano y para hacerla he tenido que hacer un parón de encargos porque no puedo olvidarme de la carrera». Se me olvidaba, que esta dibujante también fabrica videos musicales.
«Yo lo que tengo son ganas. Me fijo en los detalles. El blanco absoluto tiene que enriquecerse con otros tonos y hay cuadros mejores técnicamente, pero a lo mejor están vacíos. No transmiten. Yo lo que busco es que el retrato te mire». Y lo hacen, y sugieren, animan y te gritan.
Andrea Domínguez González, retratista de expresiones, por éstas la reconocerán.
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