De decadencias y vanguardias
Desde Madrid a Helsinki, el continente europeo muestra en su música múltiples aristas, producto de las capas en las que se superpone su propia historia de miserias y grandezas.
El cuentakilómetros está a cero. En el reproductor tampoco avanza el código de tiempo del primer tema. Arranca un viaje alrededor del planeta que es al mismo tiempo una vuelta al mundo de la música, que en ocasiones se revela como el mejor acompañante.
Sabina hace girar las ruedas por un lugar donde el mar no tiene cabida, cruce de caminos de ambientes sórdidos y juventudes malgastadas, con una instrumentación limpia, con una marcada presencia de las guitarras acústicas y una edición cuidada.
La norteamericana Melody Gardot se adueña de un acento que no le pertenece, para hablar de una Lisboa de jazz, a la que un preludio de campanas de las iglesias de la Alfama y de los tranvías y los elevadores transportan al viajero. La canción remata en un colofón de cuerdas viejas, cuyo eco es devuelto por desconchones de los muros de los barrios históricos.
Un océano más al norte, Fiddler’s Green nos hacen sentir con su particular estilo irish folk rock —y también con sus flirteos con elpunk—, las emociones de un paseo agitado por la noche de Dublin.
Suzanne Vega también pasea, pero por las calles de un Liverpool silencioso y sin tráfico en una tarde de domingo, donde presenta a los personajes solitarios que cuentan su historia sobre un contrapunto de piano que desasosiega. Los cambios de ritmo y de instrumentación del tema llenan de aire los pulmones para proseguir un viaje que también hicierom de Liverpool a Hamburgo, The Beatles buscando una fortuna que llegaría más tarde. Pero antes de llegar a Alemania… Francia y Holanda.
Ni más ni menos que Edith Piaf se desliza sobre una alfombra de acordeones y violines para hacer un fiel retrato de la ciudad de la luz, del amor, de Piaf, que es la definición perfecta de la mujer parisina, aún habiendo nacido en la lejanía de los Alpes.
El viaje a Amsterdam se realiza embarcados en un tema indie, de los británicos de Daughter. Desnudan el misticismo de la ciudad apenas nombrándola pero contorneando sus límites con la alternancia de ambiciosas instrumentaciones, susurros y a capellas.
En un tren evocado por las cajas acústicas y por los coros que parecen devolver ecos de los motores en los edificios que pasan, un Elvis que prestaba servicio militar en Alemania nos hace llegar a Fráncfort. Rock en su más elemental definición, en su más incipiente concepción, como si hubiera nacido a bordo de uno de los vagones, contando el paso de cada traviesa con la pulsión de una cuerda de las guitarras eléctricas.
El final de la etapa nos hace llegar a una misteriosa pero entusiasta Helsinki, con la música de Antti Tuisku, convertido en icono musical en Finlandia gracias a un concurso de talentos. Pop joven con fórmulas infalibles para el éxito. Melodías pegadizas y efectistas cambios de estilo y de tono para producir emociones.
Casi siete mil kilómetros viajados en 32 minutos de música, de España a Finlandia, cruzando la decadencia de ciudades atrapadas en su tiempo y las vanguardias de otras que se reflejan en sus deseos de futuro.
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