El atrevimiento y el eclecticismo, hermanados en Paramales

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Paramales (2015) es el último trabajo de Xoel López. Desde su adiós a Deluxe, su carrera sin disfraz no se ha mantenido serena. La fusión de distintos géneros, de diferentes percepciones y temas, vuelve a estar presente con más fuerza que nunca.

Comenzó bajó el nombre de Deluxe, movido quizás por su atracción hacia la música anglosajona que más tenía que ver con el movimiento mod. Por eso, también, sus primeros trabajos fueron compuestos en inglés. Llamó la atención de muchos, y consiguió con alguno de sus singles auparse a puestos todavía prohibidos para la generación indie. Pero el músico gallego camuflado bajo tan lujoso nombre se dio cuenta de que no necesitaba máscara para hacer lo que quería, algo que lo condujo a perder el miedo a experimentar con todas las influencias que lo llevaban a componer su propia música. Por eso, tras su primer álbum titulado Not what you had thought en 2001, en el siguiente aparecieron ya un par de temas en castellano y otro en portugués. Poco a poco, Deluxe se deslizaba hacia Xoel López, hacia una madurez que hoy une a diferentes generaciones. Tras If things were go to wrong en 2003, su tercer trabajo fue (y lo sigue siendo) considerado como una rareza dentro de la discografía y radiografía del artista. Un epé, titulado We create, we destroy, con siete temas inéditos. Con Los jóvenes mueren antes de tiempo (2005) cerraba las puertas de su etapa con el sello discográfico Mushroom Pillow, clausurando también una etapa donde el pop rock había sido la base más sólida en la que el músico se había apoyado. Luego llegó el cambio de un sello independiente a una multinacional, y un pequeño sendero hasta llegar a Atlántico (2012), donde dijo adiós al pasado y la metamorfosis se consumó. Deluxe lo había llevado a lo alto de la industria musical española, pero Xoel López necesitaba respirar. Y el aire que necesitaba lo encontró en Latinoamérica, absorbiendo todo lo que veía a su alrededor. Por eso, a su vuelta, combinó de una manera sorprendente y magistral lo nuevo con lo ya conocido, dando lugar a un disco donde el eclecticismo se presentaba ante la crítica y el público de modo triunfal.

Ahora, en 2015, Xoel López ha vuelto a dar una vuelta de tuerca a su trabajo. Si bien el carácter ecléctico mantiene su protagonismo, hay un atisbo de atrevimiento entre las armonías y letras de este último disco. Paramales es un experimento, como lo son todas aquellas obras que puedan optar a ser etiquetadas como atrevidas. Y, en esta ocasión, el atrevimiento ha llegado en forma de varias composiciones que conforman una singular amalgama.

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Patagonia es una canción de introducción dulce, escogida con certeza para ubicar este nuevo punto de partida. Suena a una despedida (tal vez temporal, tal vez no) de aquellas tierras, saludando una vez más a las españolas. Una composición que crece en intensidad y emoción. Como viene siendo costumbre, el sonido es una de las particularidades que Xoel mejor cuida. Lo siguiente es Yo solo quería que me llevaras a bailar, puro contraste con la anterior. De sonoridad y carácter más desenfadados, el ritmo marcado sobre todo por el punteo de la guitarra la convierte en una de las canciones más singulares del disco, aportando más leña al eclecticismo. En ella se dejan ver varias mezclas de distorsiones y sonidos escogidos en los instrumentos que dotan de una peculiar personalidad a este tema en concreto, a Paramales en general. La tercera canción lleva por título Antídoto. Xoel López vuelve a relajarse respecto a ritmo y armonía, si bien la letra se vuelve afilada y directa, algo presente en otras composiciones de este mismo disco. La mezcla entre lo bueno y lo malo, entre el rencor y el optimismo. Con A serea e o mariñeiro, sorprende a todos. Letra escrita en gallego, sintetizadores emulando a la bocina de un barco y dejando paso a un ritmo marcado y pegadizo. Todo para desembocar en una sucesión de acordes que coquetea con lo oscuro de manera hipnótica. El quinto tema es Caracoles; regreso a la melosidad musical, aderezada con lo agridulce de la letra. Un año más es una composición tan propicia para escuchar en plena Nochevieja como en un día cualquiera del calendario. Y, tras ella, aparece uno de los temas más destacados de lo último que Xoel López ha decidido mostrarnos. Todo lo que merezcas podría ser catalogada de mil y una maneras distintas; seguramente, todas aceptables y acertadas. Podríamos dejarnos llevar con gusto por los acordes, por su melodía, mientras la letra despedaza a la persona a quien va dedicada. No es que haya un objetivo en concreto de tan sutil rabia, sino un “tú”. Y ese “tú”, dentro de una canción musicalmente pegadiza y notable, se merece todo lo peor, como aventura veladamente el título de la misma. En Yo vi un hombre desaparecer la mala leche se difumina, la atmósfera se torna más cálida. Crea de este modo un nuevo contraste con lo siguiente en sonar, Sol de agua: otro de los pequeños diamantes que el artista gallego ha querido pulir en el estudio de grabación. Con una impecable elección de guitarra española simultaneada con acústica, el tema fluctúa entre pasajes acogedores y otros más sombríos.

El disco contiene otras cuatro canciones más, entre las que destacan Almas del norte pero, sobre todo, La casa hace ruido cuando no estás. ¿Por qué? Por lo ecléctico, por lo atrevido. Y por lo bonito, que es algo que Xoel tampoco descuida en su última internada en el estudio, que salva de manera más que notable.