El esperado regreso de quien no se había marchado del todo
Tulsa ha vuelto al ruedo musical con La calma chicha (2015). La agrupación, liderada por Miren Iza, sorprende con un disco plagado de nuevas atmósferas sonoras, donde las letras desgarradoras y de sabor agridulce mantienen su protagonismo. Después de comunicar que haría un parón indeterminado, Tulsa siguió en cierto modo en activo. Conciertos por territorio estadounidense, sin dejar a un lado la composición de nuevos temas, que hoy podemos disfrutar y descubrir en su nuevo trabajo.
¿Puede una voz sonar dulce y a la vez desgarrada? Esa pregunta la planteó, hace tiempo ya, Miren Iza, quien dio forma a Tulsa. Una voz difícil de confundir, que enamoró a crítica y público cuando en 2007 (qué lejano queda) lanzó su Solo me has rozado. Son muchas las cosas que han cambiado en Tulsa desde entonces y, al mismo tiempo, muchas las que permanecen. Sigue habiendo una esencia reconocible; esa voz, por ejemplo. Y la compositora vasca se rodea de músicos como Charlie Bautista, Martí Perarnau, Javi Carrasco, Alfredo Niharra o Carasueño, con los que ya guardaba relación. Pero ahora, en 2015, aparece envuelta por nuevas atmósferas, por nuevos registros, algo que habrá sorprendido a muchos seguidores, a muchas personas que aguardaban el regreso de una música que había estado silenciada por un tiempo. Todos sabemos que son cada vez más los grupos que se pasan al terreno de los sintetizadores, de los nuevos sonidos e instrumentos artificiales. Estamos en esa época. No obstante, hay una diferencia fundamental entre todos ellos. Hay quienes lo hacen movidos por intereses puramente comerciales, donde la estrategia o el imperativo del productor se anteponen a lo que en realidad debería primar. Y en lo nuevo de Tulsa, por suerte, parece que todo se debe a una exploración necesaria, al anhelo de transmitir lo mismo que en anteriores trabajos valiéndose de nuevos pasajes de expresión.
Al éxito de Solo me has rozado lo precedió Espera la pálida (2009), discos ambos publicados con el sello Subterfuge Records. Pero en esto también hay novedades: La calma chicha ha sido editado con Gran Derby Records, por lo que los procesos de elaboración en estudio han sido también novedosos respecto a lo anterior. Así que, si uno se pone a sumar, tenemos nuevos sonidos, nueva discográfica, nuevas composiciones, y el regreso de una experiencia personal y profesional que, de un modo u otro, habrá tenido parte de influencia en lo que Miren Iza se ha decidido a enseñarnos en el presente año. Es el momento de La calma chicha.
La primera canción del nuevo disco se titula Leña, y en ella se pueden apreciar los cambios principales en la base musical de Tulsa. Sonido sintético, una textura electrónica que llama la atención si uno no está preparado para encontrarse con algo completamente similar a trabajos anteriores. Pero el discurso se nos hace más familiar en cuanto la voz de Miren entra en acción. Esa calidez a la vez gélida capaz de arrebatar toda la atención de quien escucha, para contarnos que “esta leña nunca más arderá”, al tiempo que se pregunta “cuánta agua tiene que caer para que se ahogue este amor”. No hay espacio para la duda: estamos ante el carácter pesimista que Tulsa ha dejado entrever (y más) a lo largo de sus composiciones. La canción se apaga con sencillez y sin prisa, para dejar paso a Oda al amor efímero. Una de las que la crítica ha tenido a bien destacar como de las mejores del álbum. Los sintetizadores juegan con el eco, la batería electrónica marca el ritmo sin exquisiteces innecesarias, con un ambiente más armónico donde la melodía principal lleva casi todo el peso. Otra diferencia notable en este nuevo trabajo: la voz parece, en la mayor parte de las canciones, destacar con más solvencia sobre la base instrumental. Tal vez sea producto del cambio de discográfica, tal vez resultado de la transformación en cuanto al acompañamiento. Pero, en todo caso, un acierto.
Gente común es el tercer tema, de compás más marcado y acelerado. La sonoridad creada es menos cristalina, incluso en lo tocante a la voz. En Casa, sin embargo, encontramos algo totalmente nuevo. Probablemente sea la composición con más esencia propia del disco, abriendo con una distorsión continuada de guitarra, a modo de ráfaga inquebrantable, consecuencia de la licencia que el conjunto ha querido tomarse con respecto a sus exploraciones e innovaciones. Luego nos regala Los amantes del puente, una balada que destaca por su armonía y su letra donde Madrid toma el lugar que en la canción que abría el disco ocupa Brooklyn. En Bosque sin embargo la guitarra se deja notar en mayor medida, sin apenas distorsiones o efectos de sonido que disfracen su naturalidad. Una canción, además, cantada a dúo con el cantante de la banda McEnroe, Ricardo Lezón. Ya para ir apuntando hacia el final, En tu corazón solo hay sitio en los suburbios se posiciona como antepenúltimo tema del trabajo. Una letra dura, áspera, con sonidos que entroncan de manera notable con tales adjetivos. Eso sí, sin perder el aroma melodioso que a menudo se desprende de la voz. Tras esto suena Ay, que contrasta por completo con lo que venimos de escuchar. Melodía pura, desnuda, una de las mejores del disco. Y, para despedirse, el telón se cierra con Los ilusos; percusión electrónica bien definida para no olvidarnos del cambio establecido. Cambio que arropa la esencia de siempre. De Tulsa.
Entre sus próximas fechas de conciertos, está la del 17 de julio en la sala Caracol, en Madrid, o su participación en el Sonorama Ribera 2015. Buenas oportunidades ambas para comprobar cómo se han materializado estos cambios en su directo. En el directo de alguien a quien se esperaba, mucho, a pesar de no haberse ido del todo.
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