ENRIQUE MENESES (1929-2013): KAPUSCINSKI ESPAÑOL
Hasta el 26 de julio tiene el espectador tiempo para acercarse a la sede de exposiciones de la Fundación del Canal de Isabel II, situada en la madrileña calle de Santa Engracia. Disfrutará de una exposición grande en tamaño y en calidad que, desde el comisariado de Chema Conesa y gracias a PhotoEspaña, nos llega en forma de retrospectiva de un fotógrafo excepcional que alcanzó el reconocimiento buscado más tarde de lo quizá debiera haber sido.
La vida de Enrique Meneses, desaparecido hace poco tiempo, es, como sucede en muchos casos, más conocida dentro del gremio periodístico que fuera de él. Gracias a PhotoEspaña, el visitante descubre en él a toda una personalidad dentro de un oficio, el que amaba, que ya con los primeros coletazos digitales, prácticamente lo desterró. Y esto es debido principalmente a la depuración de ese estilo periodístico, que aún hoy incomoda a lectores y visitantes. La historia de Enrique Meneses, como la de otros reporteros gráficos y de televisión como José Couso, le hizo vivir el humanismo desde una posición nada cínica; de hecho, en la exposición nos damos cuenta de que, técnicamente, era un hombre no con pocas hazañas vitales que le gustaba, a su vez, formar a nuevos entomólogos de la realidad.
Pasarán muchos años hasta que Meneses adopte, empero, su lema ser fuerte con los fuertes y débil con los débiles; y es que a su trabajo gráfico hay que unir la labor escrita como documentalista dentro de la gran cantidad de aventuras vividas, así como retratos de José Luis Villaronga y libros más raros como Sexo y seso.
Su carrera comienza a los 17 años, cuando decide, por su propia cuenta y riesgo, trasladarse a Linares para cubrir una cogida de Manolete; allí conocerá a Pablo Picasso, íntimo amigo del matador de toros. Tras este reportaje obtiene la Beca en Periodismo de la Universidad de Stanford. Pero, sin duda, el momento clave de su carrera se da durante los preludios de la Revolución Cubana en Sierra Maestra, siendo el único fotógrafo, a nivel internacional, capaz de trasladarse astutamente hasta un lugar prácticamente inaccesible. Fidel, el Ché o Batista, fueron retratados por un entonces joven reportero, llegando éste a conocerlos a todos ellos muy bien. Viendo esas fotos, hoy, se nos hace difícil igualmente creer que el director de cine Steven Soderbergh no tomara apuntes sobre atmósferas y demás para sus películas sobre este tema.
Entre los distintos medios para los que trabajó Meneses están París Match, Time/Life, ABC, las revistas Lui, Cosmopolitan y Playboy.
Antes de visitar Sierra Maestra, el reportero cubrió diversos acontecimientos en Ciudad del Cabo, el Egipto de Nasser o la Guerra de Suez, e hizo lo propio a partir de los 60 con la visita a la URSS de Kruschev, la crisis de los Misiles y cómo se vivió desde el Gobierno de John Fitzgerald Kennedy, el Ku Klux Klan desde dentro, o el momento del discurso de Martin Luther King en que pronunció aquellas palabras que empezaban con I have a dream… De vuelta a Europa, cubrió las bodas de los reyes de España y Bélgica y, a partir de los 80, dio el salto a la televisión en los programas Los reporteros y A toda plana. El último acontecimiento por el que fue contratado fue la cobertura del cerco de Sarajevo; a partir de aquí, Meneses se recicla a través de la herramienta digital del blog y funda al efecto, dado que ni las agencias son lo que eran, Utopía TV, su propio canal on-line.
De su primera etapa temática en el Egipto de Nasser, destacan imágenes como aquella en que la viuda de Aga Khan visita las obras del mausoleo en que será enterrado su marido; otras de ambiente callejero en El Cairo y una muy curiosa en la que unos modelos bailan el hula-hop sobre el fondo de la Gran Esfinge.
En Sierra Maestra, Meneses escondía sus cámaras en lugares estratégicos que nadie más conocía y así consiguió capturar como era el aseo de la unidad rebelde en 1957; fueron horas de conversación con Fidel las que le hicieron darse cuenta de que el futuro dictador cubano era sobre todo un parlanchín, y descubrimos así el impagable documento en que el tipo aparece tumbado en un catre mientras escribe una orden militar -iluminada la escena por una guajira que le sostiene una vela para que pueda ver-. También destacan, por su expresividad, las dos fotografías del recibimiento de capturados en Bahía Cochinos; en una de ellas aparece una madre de víctima con la cara tapada y en la otra, una mujer con un rostro tremendamente afligido.
Durante el capítulo dedicado a los derechos civiles en Estados Unidos, son impagables las imágenes dedicadas a los primeros estudiantes afroamericanos que acudieron a la Universidad de Alabama que; junto a los retratos de Joan Baez, Bob Dylan y Pete Seeger apoyando la causa; nos presentan el patriotismo y solidaridad de toda una nación. Empieza a mostrarnos a través de este tema que le apasiona su trabajo en gran formato de primeros espadas de la política y el cine estadounidenses (Sammy Davies Jr., Charlton Heston, Marlon Brando, Sidney Poitier,…).
Por otra parte y de vuelta a Europa, si algo enseñó a Meneses el hecho de tener que cubrir bodas reales es que debía ser el primero en entregar a la redacción su trabajo. En esta etapa y ya hechos algunos contactos en el país del tío Sam, funda su propia agencia; además de remarcar la personalidad de la princesa Sofía de Grecia y su madre (reina de Bélgica) Federica, para el público actual resulta más reconocible esa fotografía en que el padre de Felipe VI, Juan Carlos I se está casando con la mentada Sofía en un enorme plano cenital.
Entre las fotografías de retrato de celebrities, destacan las de Salvador Dalí, que para Enrique fue, independientemente de su talento, el mejor publicista de sí mismo, la de Anthony Perkins en un atasco metido en un coche de salida de los Campos Elíseos; Alec Guiness y Peter O’Toole en el estreno de Lawrence de Arabia, el plano medio largo (casi americano) a Alfred Hitchcock durante la presentación de Los pájaros o el impagable dedicado al boxeador Cassius Clay que recita una poesía en el local Toma Tercera del Lower Manhattan.
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