Hotel Origen

top_gr_7299
(Imagen tomada de: http://www.notodo.com/libros/7299_javier_vela_hotel_origen.html)

El premio de poesía Emilio Prados va ya por su décimoquinta edición, consolidado como uno de los referentes más fiables para saber por donde va la poesía más sugerente del panorama literario español. El pasado año se le concedió al joven, pero muy reconocido poeta, Javier Vela por un poemario impresionantemente bello, Hotel Origen, que acaba de salir en librerías coeditado, como siempre en colección propia, por la Diputación de Málaga, a través del Centro Cultural de la Generación del 27, y la exquisita editorial valenciana Pre-Textos.

Al modo de los stilnovistas del renacimiento italiano, Hotel Origen es la crónica poética de una pasión amorosa y la donna angelicata es aquí nombrada como Amara. Lo angélico de este hotel lírico donde se viene a nacer es carne abrazada, no espíritu inalcanzable; el esforzado amante nos ahorra los trabajos de merecimiento del amante cortés y se centra en construir un fascinante tema con variaciones sobre los goces del amor. Poemas que brillan como luminarias en la noche, contrapunteados por pequeños poemas de un sólo verso largo (a veces organizado por la pausa en dos hemistiquios, un octosílabo más un endecasílabo) que funden la tradición del aforismo, de la imagen surrealista, de la iluminación casi de greguería y del afán del haiku por atrapar el instante en su huida, eso que algunos llaman inspiración.

El libro tiene una fuerte unidad en su arquitectura, que gira en torno al misterio de Amara, una mujer con un país propio que el yo poemático explora en su geografía de piel y besos, mientras aprende la enigmática lengua con la que Amara nombra el mundo. O, dicho de otra manera,  Hotel Origen es el lugar de encuentro de un poeta con la poesía. Versos en estado de gracia, girando sin fin sobre el tema del encuentro amoroso y del desvelamiento del otro como terra incognita, “sólo una mano, un pa que se eleva deasie nace como el cancionero petrarquista, del encuentro amoroso y del desvelamiento del otro como escritura deálpito, un cristal / herido por la luz”, poesía amatoria que nace, como en el cancionero petrarquista, de hacer de la pasión vivida el tema de una escritura que se eleva sobre la anécdota del suceso hacia su conversión en esencia de lo poético.

Javier Vela encuentra el origen del poema en el hotel de los encuentros amorosos y retorna así, con su bagaje bien asimilado de surrealismos y poéticas de la experiencia aunados en una palabra sensual que canta con voz propia y muy firme ya, muy musical, perfectamente ebria de armonía, a la fuente misma del canto lírico. El equilibrio entre las secuencias narrativas y los hallazgos de imágenes órficas, casi bebidas en la copa de Lezama Lima, me atrevo a pensar, dota al poemario de un tono donde se reconoce la tradición viva en la modernidad, al modo en otros tiempos del propio Emilio Prados o Altolaguirre, los malagueños del 27, cuya poesía amatoria mantiene a mi parecer un paralelismo de intenciones con la de Javier Vela.

El misterio de Amara, como a André Breton en Nadja, borra el pasado y el yo lírico nace de nuevo al mundo: “Pasan trenes antiguos sobre mi corazón. / En todos viaja Amara”. Explorador en país desconocido,  el poeta aventurado tiene que aprender que las reglas del mundo cambian con el descubrimiento: “En el país de Amara los niños bailan sobre las hormigas, las mujeres sonríen y los hombres bostezan”. Y entonces brota el poema, no hay otra manera de contar las cosas. Así consigue Javier Vela un discurso tenso en el que rompen las metáforas en cascadas de sentidos: “Pone un mantel de luz sobre la mesa / y alisa sus heridas”. Con eso, creo que ya está dicho todo.

Calificación: Hermoso.
Tipo de lectura: Escrituras de la pasión.
Tipo de lector: El que agradece la amatoria.
¿Dónde puede leerse?: Junto a quien sepa escuchar estos versos.