Kingdom Come
Con su medida capacidad de manipulación, Norteamérica ha logrado instaurarse como madre de los sueños y temores globales, agenciándose los mitos heroicos engendrados en Europa y Asia para revestirlos de una fibra moral adecuada a sus intereses hegemónicos, y vinculada, paradójicamente, a la idea religiosa del bien versus el mal. Los superhéroes son un buen ejemplo de ello y personifican ejemplarmente todas las virtudes del sueño americano junto con su pretendida conservación de valores anclados al capitalismo contemporáneo, un deseo manifiesto de imponer (su) justicia y verdad a escala global, que también manifiesta una necesidad de creer en poderes superiores, provengan del cielo o de un autoproclamado reino.
Pocas obras han abordado esta dicotomía moral del superhéroe como Kingdom Come, la enorme y mesiánica fabula de Mark Waid y Alex Ross que revitalizó el clasicismo heroico a mediados de los años noventa. La historia narrada por Waid y plasmada en las espectaculares y realistas paginas de Ross transcurría en un futuro no muy lejano en el que, por diferentes razones, la mayoría de los héroes clásicos se encuentran retirados y han sido sustituidos por una nueva generación de jóvenes sin escrúpulos y sin mas motivaciones para ejercer de vigilantes que la pura diversión o el desahogo de testosterona. La situación insostenible alrededor de estos nuevos justicieros provocaría la segunda venida de Superman, inmediatamente secundado por varios de sus antiguos compañeros a modo de apóstoles.
El tono que inunda toda la obra queda marcado por el pastor religioso que la narra y las continuas referencias literarias al Apocalipsis bíblico, mostrando un claro trasfondo espiritual, pero, también, una pertinente reflexión sobre las verdaderas posibilidades del fin del mundo. Este pastor intuye, de manera reveladora, que el regreso del hombre de acero es en realidad el principio del Armagedón y no la llegada redentora que salvará al mundo. Waid teje un complejo tapiz alrededor de Superman mostrándolo como la figura ejemplar que encarna los valores espirituales que la creencia en entidades superiores otorga al alma humana, portando una esperanza necesaria que se oponga al pesimismo posmoderno. A través de esta idealización, plantea la cuestión de si el mundo debe seguir a un único ser en base a una capacidad de decidir sustentada a la vez en su poder, una crítica pues a la idea de Dios, pero, también, a la de nación hegemónica. La figura de Superman representa ambas cosas desde su creación en los años 30 del siglo XX, una idea de potencia superlativa (física y moral) muy por encima del ser humano (Dios) y, a la vez, la encarnación de las manipulaciones que toda idea sufre a manos de los humanos, convertido en estandarte de los Estados Unidos (Dios hecho Nación). Waid escribe un héroe escindido entre ambas figuras, mostrando en ocasiones un acusado respeto por la vida y en otros una actitud represiva que intenta imponer ese respeto por cualquier medio, anticipando comportamientos recientes del gobierno de los EE.UU, como los relacionados con Guantánamo. Todas las acciones de Superman y su equipo conducen inevitablemente al conflicto, físico o psicológico, desarrollando una meditada reflexión sobre el valor de nuestra moral, su lugar de procedencia y su fin último, y atacando en el camino el propio sentimiento norteamericano de prepotencia moral, que siempre ha manifestado ínfulas de dogma teológico. Kingdom Come superpone pues dos concepciones del mundo opuestas, una corriente teológica que defiende la creencia en un bien mayor supeditado a la idea de dios y otra de naturalismo filosófico que sitúa la idea de bien dentro del ser humano, ajena a padrinos espirituales.
Waid parece sugerir la interesante idea de que el superhombre representa una imagen elevada de moral como parte de la evolución, de forma que estos arquetipos contemporáneos invocan la necesidad de trascender lo humano desde pautas naturalistas a través del recurso científico (el accidente químico o genético son los orígenes estereotipados de los metahumanos) por encima de lo sobrenatural, pero reivindicando rasgos espirituales cuasi religiosos que parten de la propia raíz del superhéroe como idea imaginaria de un bien absoluto; esta raíz es por supuesto Superman, cuya naturaleza es más que humana. El superhombre sería por tanto un mito de carácter natural y a la vez el último recurso de nuestro espíritu para aligerar el peso que la filosofía naturalista nos impone, al concebir la vida como accidente sin propósito, destinada a desaparecer en un universo arbitrario y abocado al lúgubre destino de la desintegración. El superhombre resulta aquí una idea de acción que busca el bien común, un bien superior, pero sin anclaje divino, sin idea de destino preconcebido.
La solución al conflicto entre verdad y moral planteado por Waid, como respuesta a una nueva tragedia redentora en forma de aniquilación nuclear, consiste en un gesto que simboliza el descubrimiento de una moral idealizada dentro del ser humano y no impuesta por la omnisciencia divina: la (re)aceptación por parte del héroe Kryptoniano de su parte humana (su identidad de Clark Kent). Una forma de completar la analogía cristiana de dios hecho carne y convertir su figura en la del autentico salvador, anteponiendo pues el valor de Cristo como hombre para, con ello, concebir la posibilidad de una actitud de convivencia basada en la igualdad y no en la imposición de las ideas. Esto nos lleva de nuevo a un trasfondo sociopolítico tan hermoso como naif y se resume en que si debe existir una idea arquetípica del bien, un sentido moral verdadero y justo, encarnados en Superman, este no puede ocultarse tras el eslogan de thruth, justice and american way, indiscutiblemente sobran las dos últimas palabras.
Calificación: Excelente.
Tipo de lector: Admirador de la épica apocalíptica y de la crítica social y espiritual. Amantes de la plástica realista.
Tipo de lectura: Polisémica, un contenido muy actual envuelto en lectura accesible y apasionante. Unas ilustraciones prodigiosas.
Argumento: Crisis de la idea de moral. Naturalismo filosófico versus espiritualidad religiosa.
Personajes: Héroes y villanos
¿Dónde puede leerse?: Al aire libre, preferentemente frente a una antigua capilla.
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