La senda hacia un terreno musical exento de leyes

foto-neuman

If es el tercer trabajo discográfico de Neuman, y con él han puesto patas arriba la escena musical española en 2014. Un álbum difícil de describir, repleto de matices y con una producción y ejecución muy cuidadas. Aunque Neuman no ha aparecido de la nada y llevaba años considerada como una «banda de culto», con su último disco se ha atrevido a dar otro paso más en ese camino tan personal y singular que se ha decidido a trazar.

Estamos acostumbrados, de manera consciente o inconsciente, a catalogar la música que llega a nuestros oídos; nos ocurre tanto con los estilos que nos hacen vibrar como con los que apenas consiguen transmitirnos algo. Rock, pop, blues, jazz, reggae, metal… Pero, ¿qué pasa cuando aparece un grupo que no conseguimos insertar en ningún casillero? Por lo general, hay dos grandes posibilidades. O no le pillamos el truco, o se lo pillamos y mucho. La segunda de las opciones es la que pega más con Neuman. Hay quien los define como un grupo de pop, quien habla de su música como si fuese un subgénero propio dentro del rock, mientras otros tan solo aciertan a decir «tiene algo de experimental… no sé, está muy bien». Quedémonos con el está muy bien, pues los géneros, en el caso que nos atañe, importan bien poco.

Este grupo murciano está formado por Paco Román (voz y guitarra), fundador de la agrupación, Fernando Lillo (piano), Juan Salinas (guitarra), David Manzullo (bajo) y Alex Dumdaca (batería). Llevan años tocando juntos, moviéndose por el terreno musical con buenas maneras, dejando constancia de que no son una banda al uso en cuanto a materia musical. De ahí que muchos encuentren facilidad para colgarles la etiqueta de «banda de culto». Mucho más fácil que detenerse a pensar a qué estilo o género pertenece lo que Neuman hace. Porque su música tiene algo más que un aroma propio; tiene su forma particular. Y lo que convierte en algo tan particular esa forma es, precisamente, su deformidad. Entendida como algo brillante. Muy brillante.

If, publicado en 2014, es su tercer trabajo de estudio. Con él, han puesto a crítica y público a sus pies. Se han ganado dar una cantidad bárbara de conciertos, familiarizándose con el concepto de «todo vendido». Un fenómeno que puede comprenderse una vez escuchado lo que Neuman ha tenido a bien presentarnos.

Su último disco abre con Turn it, una canción donde la batería marca con precisión el ritmo y le otorga un aire de rapidez a toda la partitura. Las guitarras suenan con distorsión pero ligeras, y todo nos hace pensar que estamos ante un ejercicio hábil de música indie. El tema es pegadizo, atractivo y suena a modernidad; se presta incluso para ser la canción que acompañe algún anuncio televisivo. Pero eso, con Neuman, es mucho suponer. Es suponer demasiado. Porque entonces suena Oh no que, aunque no se despega de manera radical de la esencia de Turn it, incorpora nuevos matices que cambian la armonía, la cadencia. Y ya luego aparece Too prety, el tercer tema del álbum. Cambio radical. Como si hubiésemos puesto otro disco distinto, perteneciente a otro grupo. Pero continúa siendo Neuman y, aunque nadie nos lo dijese, lo sabríamos. Suena totalmente diferente y a la vez familiar. Eso sí, las reglas que habían sido pactadas de entrada desaparecen, se transforman. Too prety dura el doble que sus predecesoras, más de seis minutos. Y hace gala de cómo construir un caos controlado: con las guitarras llevando el peso, portándose bien y mal, atendiendo a riffs regulares y a solos de liberación, a chillidos y distorsiones que se funden creando una sensación de desorden que en realidad no es tal. Recuerdan, en cierto modo, a aquellos Radiohead que sabían terminar como nadie sus composiciones.

Entonces, luego de esa vorágine casi absoluta, se nos aparece Baby in my arms. Una canción breve, sinónimo de calma y espiritualidad. Con una melodía lenta y armoniosa, acompañada de coros. Ya había sido advertido: que nadie trate de buscarle una forma regular a este trabajo. Porque, además, este tema nos prepara para la pequeña gran joya del disco, la canción digna de colarse en el top ten vital de muchas personas. Intencionado o no, Kids es un tema mayúsculo, que podrían haber firmado grandes grupos de la historia de la música. Una armonía preciosa, detallada y a la vez simple, delicada y a la vez compacta. Ocho minutos y medio de música que, en realidad, podrían no terminar nunca. La estructura se repite, pero el modo en que lo hace es fantástico. Para hacerse una idea, aparece un coro de niños a mitad de canción, y en sus cadencias finales, la parte de viento (con un bonito juego entre metal y madera) de una orquesta sinfónica nos deja con la sensación de haber estado ante una composición maravillosa. Porque lo es.

No hay manera de cazar a Neuman y hacer que se queden quietos en un género, en un estilo particular. No se puede, y ese es su gran logro. Tras Kids aparecen otras grandes canciones como Tell you o A branch in a forest full of love; cómo no, completamente diferentes una de la otra. Al igual que If, un tema muy intimista que bien podría haber firmado el propio Damien Rice (protagonista de esta sección la semana pasada), o Battle Starship, otra obra de difícil catalogación.

Estamos ante un trabajo donde cinco músicos, acompañados de un despliegue y arsenal tremendos, crean diferentes perfumes, diferentes armonías, diferentes vidas. Neuman transmite una idea valiosa y nada fácil de representar sobre el lienzo: la de hacer lo que uno quiera, con total libertad, y sacando un gran provecho de ello. If no es un trabajo redondo porque no existe forma concreta con la que definirlo. Sí es una oportunidad muy interesante de descubrir algo nuevo dentro del panorama musical español. Desde luego, no todos los días puede encontrarse uno con algo así.