La vida dura
Flann O´Brien (seudónimo de Brian O’Nolan) es un escritor irlandés que vivió durante la primera mitad del siglo XX. Se caracteriza por ser uno de los mejores escritores de Irlanda según el canon occidental (que es casi lo mismo que decir: según Harold Bloom) y según la opinión de muchos escritores del siglo XX. Sus libros se reconocen por una prosa delirante, divertidísma y ocurrente, y por sus personajes insólitos.
La vida dura es una novela satírica de la que brota, además, el absurdo que tanto caracteriza a las demás obras de este escritor, como El tercer policía y Crónica de Dalkey.
Ya que la mencionamos, en Crónica de Dalkey, por ejemplo, teníamos un jugosísimo diálogo entre el personaje de De Selby y San Agustín. Aquí los diálogos (esos que no pueden faltar en una obra de O´Brien; esos que deberían servir de ejemplo de lo que es un buen diálogo en literatura), igual de contundentes, se dan sobre todo entre el señor Collopy y el padre Fahrt. De la misma manera que en Crónica… teníamos al padre Cobble, el jesuita de turno en La vida dura es el padre Fahrt, con ese apellido tan sonoro, que huele tanto a referencia semi-escatológica. Por su puesto otras constantes entre las obras son: el whisky (y las bebidas en general, y la cultura del alcohol y las borracheras), las conversaciones sobre el catolicismo, las ocupaciones misteriosas de algunos de los personajes masculinos, los diálogos intelectualoides…
Un recurso interesante en La vida dura es el narrador: se trata de un narrador en primera persona pero que es mucho más testigo de los acontecimientos que protagonista, o siquiera participante. Quien narra es el menor de dos hermanos huérfanos que de pequeños pasan a estar bajo el cuidado del señor Collopy. Este hermano menor -narrador- se llama Finbarr, nombre que sigue con los juegos, ya que puede desmenuzarse en fine y bar, es decir, un buen bar (donde beber). Pero Finbarr no participa activamente de las acciones (salvo contadas excepciones como un funeral al que asiste o un encuentro con su hermano en un bar al final de la novela) sino que es testigo de los diálogos y de los acontecimientos: Finbarr escucha (los diálogos entre el señor Collopy y el padre Fahrt) y Finbarr lee (las cartas que le envía su hermano Manus después de abandonar Dublín). Es cierto que hay acciones que se llevan a cabo por Finbarr, como darle de beber al señor Collopy un agua especial que supuestamente lo curará del reumatismo, pero incluso esa acción, que es tan importante para la trama, es la respuesta a una orden dada por su hermano a través de una de las tantas cartas que le envía. Por lo tanto, se trata de un narrador en primera que es testigo y que, por medio del recurso de las cartas, además, cambia de personaje: cuando leemos las cartas del hermano, que ocupan varias páginas, el narrador en primera es obviamente el narrador de las cartas y entonces ya no es Finbarr, es Manus. Todo esto en medio de una historia en la que, probablemente, el protagonista no sea ninguno de los dos hermanos sino el señor Collopy. O no…
El tono, el ritmo, el vocabulario, todo es preciso en esta narración. Temas candentes como la Inquisición española, una mala gestión del Ayuntamiento o el papado (en esta novela un personaje no visita a San Agustín pero sí a Pio X –claro, la novela transcurre entre finales del siglo XIX y principios del XX-) son los que en boca del señor Collopy y del padre Fahrt se leen en esta historia que los trata, muchas veces, desde la parodia.
Es una gran novela. Tal vez no tan extraordinaria como El tercer policía (mi favorita) ni como la ya citadísima Crónica de Dalkey, pero sin duda, una gran novela; una literatura con todas las letras, una prosa irlandesa.
Calificación: Muy buena
Tipo de lector: Dispuesto a divertirse
Tipo de lectura: Divertida pero no fácil
Argumento: Dos hermanos huérfanos quedan bajo el cuidado del señor Collopy, que les ofrece una educación católica. El mayor tiene planes más interesantes, fuera de Dublín, y el menor es testigo de todo ese mundo.
Personajes: El señor Collopy, el padre Fahrt, Manus, Finbarr y otros femeninos muy importantes.
¿Dónde puede leerse?: De vacaciones.
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