La vida en los ramajes

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El Premio Nacional de Poesía que concede cada año la Fundación Cultural Miguel Hernández es un buen termómetro para medir el pulso con el que escriben las voces jóvenes de nuestra lírica; el último ha sido concedido al primer libro de Olalla Castro, cantante y columnista del diario La Opinión de Granada. Parece que su pulso es de la mujer comprometida.

La vida en los ramajes (Madrid, Devenir, 2013) es, en efecto, una clara expresión de ese giro de retorno hacia una conciencia social activa que se deja ver en algunas de las múltiples líneas poéticas de nuestra literatura más reciente. En el caso de Olalla Castro, su compromiso social nace de una mirada de mujer, de una autoafirmación de la mujer como sujeto deseante y de una exploración de las maneras de ser mujer en el mundo. Diríase más bien que en este poemario asistimos al desgranarse de una voz que se vive plena en femenino. La sección titulada precisamente «Los modos del deseo o la mujer-sujeto» es la que se levanta como el centro desde el que aquí se mira el mundo: el amor. El amor vivido como una elección de la que la mujer es la única dueña: «Casi con rabia horado tu perfil / dejo caer espuma en tus pestañas», dice quien en otro lugar titula un poema –reverso del tópico descanso del guerrero- «Hombre-oasis».

Libre de toda atadura que no sea la voluntad deseante, en los poemas de Olalla Castro escuchamos una voz que rinde culto a las hermanas mayores, no faltan Emily Dickinson y Virginia Woolf y se agradece el recuerdo a Carmen de Burgos, Colombine, periodista, novelista injustamente olvidada y feminista que rehuía etiquetas fáciles. Desde aquí, desde la herencia del pensamiento de mujer, la autora de El viento en los ramajes construye su discurso lírico, entre el atrevimiento y la ternura, entre un erotismo de delicadeza casi modernista, a veces, y de orgullosa reclamación del placer como forma de autoafirmación, en otras, que hace parada en una peculiar lectura de la lucha contra la esclavitud de los afronorteamericanos, en la que quiere ver cómo la pelea de las mujeres por su visibilidad en pie de igualdad con los hombres se trasmuta en baile a ritmo de swing.

Un libro, testimonio de a dónde ha llevado la búsqueda de un nombre propio de las mujeres, ilusionante por la voz firme, enojada en dulzuras, que nos da pistas de un discurso político amoroso construido desde la pasión de mujer. Esta es otra clase de política, claro, ya los panfletos no casan demasiado bien con los tiempos que corren. Quiero decir, que ya no casan en poesía, porque lo que nos sobran son panfletos groseros en el simulacro mediático que nos consume. Por eso, quienes lean esta vida en las ramas del pájaro que canta libre no van a encontrar formulismos trasnochados ni reivindicaciones cosificadas de eslogan. Merecerá la pena seguir leyendo a Olalla Castro, a mí me ha hecho recordar el adjetivo «auténtico», y eso que uno es desconfiado por naturaleza.

Calificación: Esperanzador.
Tipo de lectura: Apasionada.
Tipo de lector: Interesados en tomar nota de las nuevas voces de la poesía.
¿Dónde puede leerse?: En la cama, mirando de reojo.