Libertad absoluta para celebrar una década

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Igloo es una banda gallega que acaba de cumplir diez años moviéndose por los escenarios y ofreciendo grandes dosis de pop rock. Para celebrarlo, ha publicado Igløø2 el mes pasado: un trabajo compuesto de novedades, versiones e incluso remezclas. La apuesta por revisar y reinventar varios de sus antiguos temas, la confianza de versionar canciones de grupos clásicos y el atrevimiento de ceder su música a las remezclas hacen de Igløø2 un álbum singular y repleto de contrastes.

Hace diez años que Igloo fue el nombre con que se bautizó a un grupo de sangre y acento gallegos. Una década después, esa banda cuenta en su historial con cinco álbumes y una larga lista de conciertos, donde tanto uno puede quedarse con el entrañable directo ofrecido en el bar más pequeño del pueblo, como con aquel donde teloneó a una banda conocida por el nombre de Franz Ferdinand. La carrera del cuarteto con sede a medio camino entre Caldas de Reis y Vigo es de lo más completa, tanto si nos referimos a experiencias como si hablamos de la música a la que han dado forma. Pero, es cierto, hasta entonces Igloo no había hecho algo parecido a Igløø2 (Ernie Records, 2015): disfrutar de la más absoluta de las libertades a la hora de editar un disco.

La banda está formada por Beni Ferreiro (voz y guitarra), Juanma Fernández (guitarra), Julián Rodríguez (bajo) y Berto Torres (batería). Aunque su disco debut no está disponible en plataformas digitales (es más, podría suponer una curiosa odisea dar con él incluso en formato físico), sí es posible disfrutar de sus otros trabajos anteriores: #2. La transición de fase (2009), ∞3 (2011) y Ø4. El conjunto vacío (2013). Y viene a cuento citarlos no solo por su calidad y los buenos temas que en cada uno de ellos se pueden encontrar, sino también porque tienen cierta presencia en este último trabajo que el conjunto ha presentado. En Igløø2 han sido recuperadas algunas de las composiciones más emblemáticas del grupo. Pero no se trata de un simple rescate, está lejos de tratarse de un recopilatorio con excusa de celebrar una década de existencia musical. Esas canciones escogidas han sufrido una revisión, o más bien un lavado de imagen, convirtiéndose en algo totalmente nuevo sin renunciar a su esencia primitiva. Es el caso de Ausencia parcial, transformada aquí en un tema de espíritu acústico, con matices suaves que brindan un nuevo ambiente, cálido y envolvente. Otra de las recuperadas ha sido Han Solo (muy acertado ahora que el patio está tan revolucionado con la próxima entrega de Star Wars), un tema en su origen de tonalidad sombría y de sonido grueso y acelerado, y que en este disco se convierte en un trabajo de aire más intimista, con ritmo muy marcado pero con una ambientación más hueca, aunque jugando con una mayor nitidez en los instrumentos utilizados. Por supuesto, no se queda ahí la cosa. ¿No habíamos hablado de libertad absoluta? Pues resulta que Han Solo aparece dos veces en este álbum y, aparte de la versión citada, hay otra en la que se convierte en una remezcla. Una remezcla llevada a cabo por David Cano y Juanjo Reig, donde nos encontramos con un resultado más electrónico y rotundo; voces recargadas, más profundas, con claro protagonismo de una guitarra provista de una afilada distorsión. Y ya que hablamos de remezclas, se hace imposible no citar la que se incluye del tema Sin mentiras, reformado como versión discotequera. Sintetizadores, coros, batería electrónica… todo para darle una vuelta de tuerca a una de sus composiciones más conocidas.

Pero en Igløø2 hay más sorpresas, sobre todo para los seguidores de The Rubettes, ya que el grupo se ha atrevido con una fresca y melodiosa versión de Sugar baby love, tema insignia del pop de los setenta. Resulta extraño escuchar a Beni Ferreiro cantando inglés, aunque no es la primera vez que coquetea con grandes obras musicales en lengua anglosajona. En todo caso, es un acierto que Igloo se haya decantado por incluir este pequeño homenaje al desaparecido grupo británico. El bello verano, de Family, es la otra canción elegida para componer la parte de ‘versiones de otros grupos’ que tiene el disco.

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Además del juego con canciones propias y de las de otros referentes, también hay espacio para nuevas composiciones. Un ejemplo es el de La reina ourensana, que abre el disco y supone una sorpresa de lo más agradable. Primero por su ritmo y su estribillo, ambos tan bailables como pegadizos, de un pop ágil y caluroso que recuerda al sonido de los ochenta. Y, para refrendar esta idea, no hay más que atender al guiño que el grupo hace con las estrofas finales. “Ni tú ni nadie puede cambiarme…”, por si a alguno pueda sonarle. Restos de un naufragio pertenece también a la parte de ‘novedades’, con una introducción que nos hace cerrar los ojos y dejarnos llevar por el balanceo de las olas, para luego despertarnos y agitarnos mientras el mar parece cobrar vida.

En total, Igløø2 son doce canciones que, por un motivo u otro, merece mucho la pena escuchar. Tanto si uno es fan desde hace años de la agrupación, como si acaba de descubrirlos. Es el premio a una década de música y  de conciertos, de pop rock diluido entre otros géneros con buenos resultados. Su gira de presentación ya ha dado comienzo, con directos en lugares como Madrid, Segovia o Vigo. Toca ahora esperar a que más fechas vayan surgiendo y confirmándose. Habrá que ver si en directo apuestan también por la libertad absoluta. De ser así, seguramente las entradas tarden en agotarse lo mismo que las dos primeras tiradas de su último y sorprendente disco.