LO MEJOR, MÁS ALLÁ DE LA TECNOLOGÍA: TRICICLE, BITS

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Desde el pasado 28 de enero y esperemos que por mucho tiempo, el trío catalán Tricicle vive en Madrid. Ojalá por mucho tiempo. Y es que este grupo de tradición mediterránea tiene, como no podía ser de otro modo, una importante legión de fans en la capital de España. Humor gestual, risas garantizadas. Porque el sutil camino del humor está aquí más que estudiado.

En realidad el nombre del nuevo espectáculo teatral cuyo origen o puerto de salida fue el Teatro Principal de Alicante allá por 2012 (y que ahora desembarca en el Compaq Gran Vía madrileño), dirigido, interpretado y escrito por el popular trío catalán formado por Joan Gracia, Paco Mir y Carles Sans, es lo de menos, y no es esto un reproche. Tricicle vuelve con la carga de humor gestual habitual que a todos nos tiene desde hace tiempo conquistados (dicen que cada espectáculo alcanza el millón de espectadores al menos), pero lo hace desde la necesidad no sólo de hablar de Internet, las redes sociales y Whattsapp, cosa que logra en lo que podríamos llamar las escenas o sketches de introducción y transición; siendo lo que da carne al lío, situaciones de la vida cotidiana en forma de parodia visual más que acertada, muchas y variopintas: desde la magnífica descripción de los tipos de hombres que pueblan nuestras discotecas, pasando por los paseíllos acompañados de música de un entrenador de la Champions de fútbol por el banquillo, hasta la recreación de un día de pesca (con viento o sin él, con pesca o sin ella), donde Paco Mir consigue un prodigio de mímica gracias a unas hormigas, realmente logrado.

Sería conveniente también hablar del cameo con los genios del humor y la música Les Luthiers, de quienes piden prestada una pieza antiquísima de su repertorio, que no desluce ante otras como la del detector de metales del aeropuerto, que nos recuerda a su fugaz paso por televisión o cine de este trío que debe tanto a la tradición mediterránea de la que es parte como a cierto tipismo inglés que hace que, a pesar de todo, estemos hablando de un sentido del humor blanco, apto para todos los públicos.

Recuerdo que alguien me contó una vez que no hace falta ser especialmente feo, guapo o gracioso para que, nada más salir al escenario, la gente empiece a carcajearse. Tal vez sirva sólo con permanecer callado o como bloqueado el tiempo suficiente. Esto lo sabe muy bien el trío Tricicle, gente que en la economía de gestos saben hacer ver al espectador no sólo la punta del iceberg de lo que quieren expresar, sino que como magos nos hacen ver en que consiste la consistencia de la piedra a la que nos enfrentamos.

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A su vez, dicen que todo cómico tiene tras de sí un alma en pena; en este caso no hay trascendencia que valga, pues donde hay oficio, no manda marinero. Hemos hablado de Paco Mir, y el siguiente en importancia, al menos como actor, es Carles Sans; su cara es realmente expresiva y con ella sabe jugar con la categoría de un clown muy profesionalmente, de hecho esta faceta ha sido explotada no sólo en películas donde tenía mando, como la peculiar y hasta ahora poco aplaudida (o quizás no lo suficiente) Palace, sino en papeles secundarios cómicos de todo tipo. Por último Joan Gracia, no sólo es el responsable de introducir sonidos y escasas palabras a la obra, sino que desde su aspecto ligeramente más grueso, hará las delicias de todos en un número final, que nos hará levantar la cabeza si es que ocupamos la parte trasera del patio de butacas.

La originalidad está servida en la preproducción, pero también lo está el trabajo constante. Tricicle pertenece a esa ya consagrada estirpe de artistas que pasan de tres a cuatro años con cada montaje que deciden llevar a cabo. El anterior, si no recuerdo mal fue Sit, un espectáculo en el que rellenaban la misma porción de tiempo en torno a la idea de los asientos que habitualmente ocupamos y uno tiene la sensación de que allí no había sólo una simple sucesión de sketches, todos vertebrados en torno a la incapacidad de sentarse en condiciones o como desearíamos por culpa de un azar calamitoso.

En Bits, Tricicle recopila más; parece cómo si el trío quisiera mostrarnos más el software que el hardware adquirido, y eso lo notamos sobre todo en sketches como el del supermercado que resulta el único casi de toda la función, más largo de lo habitual, quizás algo hinchado o forzado y que desmerece el peculiar brillo en los guiones a que nos tienen acostumbrados.

Con una producción técnica sencilla que sabe aprovechar cada elemento de Miguel Angel García, una escenografía simple pero efectiva de Paula Bosch, construida por la empresa Jorba Miró SCP, en el apartado técnico destacaría igualmente el trabajo de vestuario de Marta Wazinger, así como la eficacísima labor de caracterización de Toni Santos. Por otro lado cumplen igualmente su función las voces en off de Joan Carles Gustems, Joël Mulachs y Nico Costello.

Por último, en el catálogo de mano aparece homenajeado el gran director y actor francés de cine Jacques Tati, de quién se acordarán muchos, sospecho, cuando vean la algo más floja, pero en cualquier caso interesante escena del supermercado ya mencionada.