Modelando “buen rollo” a través de la música

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Son solo tres músicos, pero parecen multiplicarse cuando se ponen al mando de cada uno de sus instrumentos. Como lo haría un gremlin cuando un chorro de agua le cae encima. Aunque Paty, la frontwoman de Pantones, es más de ese otro clásico del cine de terror, Critters (que compite en horror y enfermizo encanto con la versión rebelde de los mogwai), y de ahí que para su nombre artístico haya adoptado como apellido el nombre de estos otros.

Sin embargo, se antoja casi imposible encontrar algún detalle terrorífico en las canciones de Pantones. Esta banda madrileña trata de exprimir al máximo el género conocido como punk pop, y su música es una permanente búsqueda del buen rollo, del estar a gusto. Las letras de sus composiciones transmiten historias del día a día de una persona cualquiera, sin querer esto decir que se trate de historias cualquiera. Lo que no persigue el grupo es elaborar poesías o estructuras melódicas que haya que escuchar varias veces para sustraerles toda la esencia. Es música que entra directa adonde tiene que llegar, y esa meta bien puede ser el estado de ánimo del oyente.

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El punk pop de Pantones suena a felicidad y, sobre todo, a despreocupación. Su guitarrista, rebautizado en su faceta musical como Hormiga The Ant, llena las canciones con quintas que, lejos de complicarse la vida, equivalen a la primera advertencia de que lo que se va a escuchar entrará en una estrecha relación con la adrenalina. Lo apoyan la fuerza y la gracia de su batería, comandada por Any Pop (nombre artístico también, por si las dudas). Y Paty Critter pone su toque especial combinando las bases del bajo con su voz, dulce y enérgica a partes iguales, y sus ganas de expresar situaciones con las que el público fácilmente puede sentirse identificado. Efectivamente, con buen rollo.

El conjunto oriundo de Madrid llamó la atención con su Ruido Rosa, primer trabajo de corta duración. Se veían en él la chispa y las ganas que los tres componentes estaban dispuestos a ofrecer juntos. Este año han publicado ¿Quién quiere primavera?, álbum  de larga duración que contiene trece canciones, con el sello Subterfuge Records. Que, para quien ande un poco perdido, es uno de los nombres con voz propia en el mundo de las compañías discográficas independientes (relacionado con grupos españoles con historia a sus espaldas como Dover, Sexy Sadie o Fangoria; y más recientes, como Anni B Sweet o Corizonas).

En ¿Quién quiere primavera?, la banda le dedica canciones a situaciones como la de tener que coger el bus para irse a la piscina. Porque, claro, en Madrid no hay playa. O a otra realidad que en hoy en día debe ser considerada como arquetipo, relacionada con el famoso «yo no iba a salir» (este mismo es el título del tema en cuestión; que ningún joven se atreva a negar que nunca ha pronunciado unas palabras parecidas). Hay espacio también entre sus letras para pequeños debates y vaivenes amorosos, para situaciones a vivir con los amigos, y para preguntarse incluso si alguien espera con ansia real la llegada de la primavera. Cada uno de los ejemplos mencionados, Pantones los transforma en canciones con melodías pegadizas, esa clase de melodías que a uno le revolotean una y otra vez por la cabeza después de haber sido escuchadas, esté en la oficina, en el aseo, o en pleno concierto de un grupo de heavy metal. Además de eso, consigue que los oyentes, o el público, disfrute de temas y situaciones que, en la vida real (por muy circunstanciales que a veces se quieran pintar), desembocan en quebraderos de cabeza poco glamourosos.

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Los conciertos de Pantones son para bailar y dejar los problemas a un lado durante cada minuto que dure la actuación. Hay que asistir a ellos concienciado de que los agobios y el mal rollo van a diluirse en cuanto los primeros acordes empiecen a sonar. La banda es adalid del buen rollo, y en cada tema se empeña en convencer de esto a los demás. Y hay algo que el grupo consigue y no deja de ser un tanto curioso. Canciones suyas como El día de tu cumpleaños (perteneciente a Ruido Rosa) o Canción de Navidad (integrado en ¿Quién quiere primavera?), de una temática tan específica, logran tener un efecto envolvente, las toquen en la fecha en que las toquen. Aunque nadie entre el público sople velas ese día, o la temperatura en la calle haga tambalear los termómetros. Pantones toca, el público se entrega. El pacto es ese, y en sus conciertos parece salir bien. Paty Critter se pone al mando con desenvoltura, como sus gestos ante el micrófono confirman (cuidado ante esto, no vaya uno a enamorarse); mientras, de su compañero y guitarrista emerge una energía que no se apaga hasta que los amplificadores han sido silenciados; nunca se ha visto una hormiga tan eléctrica sobre un escenario. Y Any Pop no saca solo partido a sus baquetas, sino que hace gala de sus dotes como corista.

Entre las fechas más próximas para que la banda descargue su arsenal de punk pop se encuentran actuaciones en lugares como Madrid, Tarragona o Guipúzcoa. Si todo continúa por el buen camino, la gira de presentación de su último trabajo contará con más días señalados en el calendario. Lo que está claro es que el trío no va a dejar que su buen rollo en escena se enfríe.