Plataforma
Plataforma es esa novela de Michel Houellebecq que produjo ciertas reacciones en la crítica y los lectores, quienes no elogiaban precisamente ni a la obra ni a su autor. Es que Plataforma puede ser leída como un bodrio pornográfico. El bodrio de un misógino; también podría ser. Más de doscientas páginas son un bodrio que se salvan espaciadamente por algunas frases para subrayar. Sin embargo, no se puede negar que es una novela inteligente y valiente y que eso la hace muy propia de la voz, de la marca a esta altura, de su autor. Houellebecq dice lo que quiere y bravo. El problema no es él, creo yo, es que esta novela en particular realmente se siente como un bodrio por momentos. Habrá a quien le encante, claro.
El tema central de la trama es el turismo sexual. Si bien la novela es (lo creo con convicción) una denuncia a la explotación sexual en el tercer mundo, sus personajes principales (Michel y Valérie) viven de eso, explotan eso mismo, lo llevan al máximo, lucran con ello. Mientras tanto, se aman, y sobre todo, tienen sexo permanentemente; sí, sobre todo y no a solas, en muchas ocasiones en orgías o al menos una persona más. Páginas y páginas de descripciones explícitas de actos sexuales que se suceden uno tras otro sin descanso como si la esencia de la condición humana estuviera en la actividad sexual. Algunos encuentros rozan lo inverosímil o al menos parecen de película pornográfica de clase B o Z. Ellos se aman, pero de ese amor se habla a través de la carne. Veinte páginas antes de que termine el libro, la novela da un vuelco impresionante y ahí yo me recompongo, reconozco que mereció la pena todo el bodrio de las páginas pasadas (que no eran puro bodrio, ya hice la salvedad).
El tema es el Islam y entonces la novela claro que es provocadora, sobre todo por las afirmaciones que reflejan claramente las convicciones de Houellebecq acerca de esta religión. Pero la novela es además, y tal vez sobre todo, una denuncia brutal al mundo occidental. De hecho, hasta el tema del turismo sexual se entiende en la trama como una consecuencia del deterioro de la sexualidad en Occidente. Occidente queda como culpable de todo, y por supuesto, de las miserias humanas también. Pero hay muchas más tomas de posición ideológicas en la novela: crítica al modelo castrista pero más y peor al consumismo. Vamos, casi que no se salva nadie.
Hay amantes de Houellebecq y otros a quienes gusta menos. Literariamente hablando, no justifico descripciones pesadas y gomosas que llenan las páginas de esta obra, pero es una novela que no te deja igual, que shockea con su final, que es durísima con el Hombre occidental (o sea, con nosotros, los lectores de este mundo), que no esconde lo asqueroso, lo perverso, lo peor. No te deja igual, no: te deja pensando, te deja avergonzado incluso. O te deja, por lo menos, hecho polvo.
Calificación: Aburrida pero lúcida
Tipo de lector: Houellebecquiano
Tipo de lectura: Aburrida pero sorpresiva al final
Argumento: Turismo y terrorismo
Personajes: Despreciables
¿Dónde puede leerse?: En el mundo occidental u oriental, pues compete a todos
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