POESÍA DEL AMOR SECRETO PARA UN VERANO TÓRRIDO

Clara Janés (Spanien) Lyrikerin, Übersetzerin und Essayistin  "Ursprüngliche Akkumulation - Spanische und deutsche Gedichte"  in der Literaturwerkstatt Berlin Moderation: Florian Borchmeyer Fotografiert am am 29.10.2002 Foto: gezett.de  *** Local Caption ***

Una buena forma de pasar las horas más calurosas del día es leer a la sombra de algún árbol; en casa, dejando que el calor siga con su trabajo. Si nos acercamos a la poesía encontraremos alivio porque la poesía va más allá de lo mundano. Y si nos acercamos a los libros de Clara Janés encontraremos ese lugar reservado al progreso personal con dirección a uno mismo.

La entrada hace dos meses en la Real Academia de la Lengua de Clara Janés (Barcelona, 1940) supuso para quien escribe un raro placer. Acostumbrado a no celebrar nombramientos que huelen por anticipado a pergamino ajado o a precipitación de afanes comerciales mal disimulados, aquella mañana del ocho de mayo en que supe por la prensa la noticia bebí mi primera copa de vino helado de la temporada. Una celebración secreta, tan confidencial como lo fue siempre la poesía de Clara Janés. Traductora reconocida, ensayista brillante de todo aquello que arrastra su pasión hasta casi la puertas del abismo (el eterno femenino, la música de Mompou, la poesía de Vladimir Holan, la cosmovisión sufí, la plástica del aire hecho piedra o Chillida…); mujer admirable, yo celebré en confidencias de jardín, el reconocimiento a la poesía de Clara Janés, una llama viva que humea a Hölderlin, tal es su arrebato, aunque las influencias literarias de la poeta catalana vayan más allá de la grandes elegías del poeta alemán.

Y así, entre los espejismos de la calor de este julio ardiente, no se me ocurre mejor paralelo que un peregrinaje por los últimos poemarios de Clara Janés. Camino que empieza, con la recopilación de los poemas amatorios que la editorial Vaso Roto reunió en 2010 bajo título más que explícto: Poesía erótica y amorosa. Allí se recogían impresos Eros (poemario de 1981) Kampa (1986) o la historia lírica de la busca amatoria del poeta checo Vladimir Holan, y Creciente fértil (1989), donde la sensualidad oriental se hace símbolo de una concepción mágica de la carne compartida en vuelo lírico. Se acompaña esta preciosa edición, de un cd con las canciones de Kampa II interpretadas por la propia poeta.
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Seguirá el camino precisamente con un Peregrinaje (Madrid, Salto de Página, 2011), poemario en el que se nos cuenta en clave lírica un viaje en compañía de otras dos mujeres artistas (nombradas como Esuvia y Amara) al escenario que recorre el libro de Holan de claro nombre, Toskana. Boccacio, Botticelli o los escenarios filmados por Andrei Tarkovsky para su filme Nostalgia, desvían el camino hacia una reflexión sobre la esencia del amor y del viaje como andar pausado cuyo único fin es el encuentro con uno mismo en el espejo. El libro suda vida luminosa, por eso abrirá el poema número veinte de la serie titulada “Volterra” con una contundente afirmación del poder de la vida sobre la melancolía: “Enterró sus penas / y sobre cada una / plantó un árbol”.

En Orbes del sueño (Madrid-México, Vaso Roto, 2013) el camino se transita ahora hacia dentro y es una exploración del yo que no se encuentra si no es haciéndose a cada instante en una poesía del conocimiento, íntimo tanteo, aconfesional y pura como la luz: “tú a ti mismo / para crearte a través del sueño / en el sueño del cosmos / indeciso”.

Según la costumbre de las olas (Madrid, Salto de Página, 2013), a medias con su amigo y compañero de generación, el poeta Jenaro Talens, es una colección de poemas visuales que dialogan en tono musical a manera de duetos, tríos, cuartetos y quintetos, con la escritura verbal de Talens, explorando otro amor en la memoria, pues aquí se convoca la figura de la madre ausente. No es éste tampoco un ejercicio de melancolía, sino una (re)creación de la presencia de la madre, no en la evocación de lo perdido, sino en un homenaje desde la potencia como motor estético de un amor que no puede clausurar la muerte.

Poesía del arrebato, si me permite el fantasma de Iván Zulueta, que en la obsesión de amar, en la carne que arde en gloria, en el yo perdido que se encuentra en el orden del universo, en el viaje bizantino, en la música y en la pintura, en el símbolo mágico y en la piel en llamas, en el recuerdo y en la emoción de la contemplación del arte como forma de explicación de las leyes secretas del mundo, se eleva como la llama en la noche oscura.

Clara Janés es una poeta romántica, en el buen sentido de la palabra (quizá hoy olvidado, de tan manoseado el adjetivo): no hay verso donde la inteligencia sensible de la poeta no se deje llevar por una visión apasionada del existir. Ni hay dolor que no aspire a consumirse en el impulso sublime, ni felicidad de la carne que no la trascienda hacia una concepción mágica del encuentro cuerpo a cuerpo.

Leer la poesía de Clara Janés es una experiencia de verano ardiente, sí, la frialdad sólo está en el tema de la nieve de los Orbes de sueño. Poeta soleada y mediterránea que explora los paisajes boscosos de Holan, en un intento de amar al hombre que escribe en su isla de selvas crepusculares, (¡ay, esas cuatro magníficas series de Kampa!). Su poesía refinada y perfecta retoma la noche oscura del alma de los místicos y de los poemas de la locura de Hölderlin en una celebración de la vida que incluye la aceptación del dolor, de la derrota, del paso del tiempo, de la pérdida, y lo torna presencia de calor que gloria la piel.

Es calor la poesía de Clara Janés, es Sur y es Oriente, es amor siempre en metamorfosis. Todo es amor en su poesía, amor a los hombres, amor al principio femenino, amor a la pintura y a la música, amor a los dioses antiguos, amor al viaje en que se encuentra con el otro y se refleja su rostro en el del amigo.

Es casi secreta esta poesía, alabada por otras mujeres grandes como María Zambrano, que prologa Kampa, o la poeta inolvidable María Victoria Atienza. Una obra que ha merecido estudio (no lo suficiente) y ahora, al fin, ha sido reconocida por el canon. Pero merece más, merece sol, merece la llama del julio ardiente iluminando las páginas de sus libros entre las manos.
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Frente a las poéticas confesionales planas de cotidianas naderías, Clara Janés salta al vacío en cada poema: “sometida a látigo y jadeo / sorbe licor de fuego”. El riesgo de su escritura tiene que ver más con su indagación de la esencia de las cosas, con su exploración de la verdad escondida en el acontecimiento y en la emoción que con la mera exposición de fórmulas retóricas más o menos novedosas. Cierto que la poesía serial, al modo de Cirlot (poeta al que estudió profundamente), aparece en Kampa y que sus poemas visuales, que se alzaron con el I Premio de Poesía Experimental Francisco Pino en 2011 por su libro Movimientos insomnes (Madrid, Del Centro Ediciones, 2014), vienen de los atrevimientos vanguardistas, pero hay un impulso caso religioso en su poesía, una afirmación de la trascendencia que saca a su lírica del juego frívolo y la lleva a territorio trapecista. En sus balanceos ve la tierra con las alas de los ángeles.

No teme el ángel a la vida y a la carne, como demuestran los poemas de Eros y Creciente fértil, una extraordinaria indagación en el amor carnal y el erotismo, donde a la flecha se le da flor. No huye la poeta del sensualismo lírico, sino que ahonda en la experiencia del amor y del deseo con una potencia metafórica inusitada. Es su mundo de misterios sagrados, mitos y dioses el que le filtra la mirada convirtiendo su poesía erótica en una de las expresiones más ricas y fértiles de la poesía española contemporánea: “A media noche, en llamas / arde mi ser en vaso transparente”. Ecos de San Juan y carne ardida en Safo y en Catulo, la lira clásica de sus cantos de amor trenza su melodía con la claridad de los números de Movimientos insomnes con las serie de variaciones de Kampa II, con la oriental “flor de magnolio / que se abre en mi carne”. Hunde el filo esta poesía como puñales en el corazón y en las palmas de las manos de quien se acerca a sus libros, una experiencia de pasión e inteligencia verbal que se saborea mejor al calor del tórrido julio que madura la fruta y llena de perfumes orientales la casa de la poesía.